miércoles, 15 de octubre de 2008

EL ARCO DE LA PROMESA





Y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado… y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda. Apocalipsis 4:2,3

Imagínate que vives en este mundo, pero que no existen colores. No hay color en el cielo, ni en el mar ni en el horizonte. Este mundo sería un hueco sin nada que lo hiciera agradable. Así se torna nuestra vida cuando la aflicción toma nuestro corazón.
Noé y su familia tuvieron que enfrentar esa aflicción cuando vieron como el mundo se hundió bajo sus pies. Aquel puñado de seres humanos debe de haber sentido inseguridad y temor, y también dolor, por lo que había sucedido con el diluvio. Tal vez al salir del arca la señora de Noé titubearía en su paso pensando en el cuadro con el que se iba a encontrar. Dios había sido maravilloso con ellos al salvarlos, pero no es fácil ver que todo tu mundo se destruyó.
Dios es maravilloso. Les dio la visión más hermosa que jamás habrían podido tener. Ese día creó algo nuevo y sorprendente para ellos y las generaciones futuras. Cada vez que sintieran miedo o aflicción por la tormenta, solo tenían que alzar su rostro y ver aquel conjunto de hermoso color mezclados y unidos con perfección en forma de comba, y que parecía abrazarlos donde quiera que estuvieran: el arco iris.
Hasta nosotros llega el mismo mensaje hoy: “Dios no desea que ninguno de nosotras permanezca postrada a causa de la intensa aflicción, con los corazones transidos de dolor. El quiere que miremos hacia arriba y veamos el arco de la promesa, y que reflejemos la luz para otras personas”
Así, el arco iris continúa siendo un símbolo del perpetuo amor de Dios hacia nosotros. Es, además, símbolo de fortaleza y confianza en Dios cuando se ha vivido en la tormenta.
¡Es tan hermoso saber que, después de la lluvia, saldrá con toda seguridad el bello arco iris! Cuando nos equivocamos, Jesús señala al arco iris que hay en el propio trono de Dios como símbolo de amor para con el pecador que se arrepiente.
La próxima vez que veas el arco iris, recuerda que Dios no quiere que sigas afligida por los pecados o por la desesperación. ¡Hoy quiere que mires hacia arriba!

Dios te bendiga

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