viernes, 30 de agosto de 2013

HERIDAS INVISIBLES







Las heridas invisibles son las más importantes, las que no hablamos con nuestras familias ni con nuestros amigos cercanos. Pero lo hablamos con amigos de Internet porque te escuchan sin criticar, te ayudan aunque sólo sepan tu nick.
En la vida hay muchos secretos que no revelamos ni aún aquí, por miedo, por soledad, por dolor…
Muchas veces esas heridas invisibles son provocadas por un mal amor, por desengaños, por infidelidades, por cobardes, y así podría estar enumerando
miles de cosas que nos sucede como seres humanos..
Tres pequeñas historias que nos servirán de ejemplo para ver esas heridas invisibles que a veces asolan nuestro corazón:
Triángulo de amor. Ejemplo nº1
Una chica conoce a su chico, para ella no hay nadie más perfecto que él.
Pasa el tiempo, y su corazón ya está totalmente entregado a quien dice amarla tanto, pero se olvidó de comentarte un pequeño y gran detalle… “es casado”.
Pero, qué importa, ¡bah! Total, ella se dice a sí misma: “él no la quiere, me quire a mí y está con ella sólo por los niños”.
¡Que gran error amigas! De verdad que esta historia es más vieja y usada que el hilo negro.
Si está con ella es porque en un momento de la vida estuvo enamorado de esa persona, y fruto de esos momentos incluso nació un hijo…
Aquí un claro ejemplo de las “heridas invisibles”, porque nadie es feliz, él porque está entre dos amores, tú porque lo amas, y la señora
porque ese hombre es su esposo.
¿Ven? Esas son las clases de conversaciones que no se dicen a cualquiera…
Herida invisible. Ejemplo nº2
“Yo le amaba, nos íbamos a casar, teníamos un plan en común…
Pero un día no prendió más su chat, no respondió más mis emails, su teléfono estaba siempre apagado y nunca más supe de él. Me sumí en la más profunda de las penas, no tenía ganas de nada, trabajaba como de costumbre, pero me convertí en una chica callada y desconfiada para que no se rieran de mí…”
Esas también son heridas invisibles amigas…
Heridas que no se pueden contar.
Dolor en el corazón. Ejemplo nº3
“¿Cómo le digo que ya no le amo, que mi corazón es de otro, que es un buen hombre pero no lo amo?
No quiero hacerle daño… ¿Qué hago para que nadie salga herido?”
Eso amiga es imposible, siempre habrá alguien que sufre más que el otro…
También éstas son heridas invisibles que nadie ve, pero que duelen como un puñal.
Y podría estar contando cientos de historias contándoles el gran dolor que producen estas heridas…
Pero seguramente entre nosotras hay muchas historias de heridas invisibles, algunas que se pueden contar, otras que se disfrazan para poder ser contadas… ¿Verdad?.

martes, 20 de agosto de 2013

¡PODEMOS SUPERAR LOS DUELOS QUE AFLIGEN NUESTRAS VIDAS.




Cada persona pasamos por los duelos de nuestra vida de forma personal, individual y diferente.
Ya sea un duelo por la muerte de un ser querido, un duelo por quien simplemente se fue rompiendo nuestro corazón o una amistad perdida… nuestro dolor es personal, sería difícil pensar que alguien pudiera sentir lo mismo…
No obstante, todo duelo es superable. Podemos superar los duelos de nuestras vidas. Sin los duelos no seríamos capaces de darle tanto valor y amor a lo que ahora tenemos.

Pasamos por momentos muy difíciles en nuestras vidas, a veces el amor ineludiblemente se nos convierte en un inmenso dolor que nos parte el alma al sentir perdido aquello que tanto amábamos. Entonces llega el duelo: esa reacción que adoptamos a la hora de afrontar una pérdida.
Hay muchos tipos de pérdidas: desde la muerte de un ser que amábamos, una ruptura amorosa, el despido de un trabajo, la separación de algo que considerábamos importante… Todos estos son duelos porque en ellos se encierran sentimientos de dolor y frustración, lo que varia indefectiblemente es la profundidad y los grados de afectación de los sentimientos y la vida que llevábamos hasta el momento de vivir el duelo.
El duelo nos cambia, sería muy pretencioso creer que no es así, puesto que nos vemos expuestas a una situación que tal vez no esperábamos y que de un momento a otro nos deja sin piso. Es allí en donde empiezan a aflorar varias reacciones a lo que estamos viviendo: podemos perder o aumentar de una manera exagerada nuestro apetito al igual que nuestras horas de sueño, experimentamos sentimientos de tristeza, soledad, desesperación, rabia… ¡y es natural! Estamos viviendo un duelo.
Cada cual vive su duelo de forma diferente.
Cabe destacar que las formas de vivir un duelo son únicas en cada ser humano: habrá quienes decidan afrontar la situación encerrándose en su dolor y quienes decidan abrirse al mundo como medio de apoyo para superar la dificultad; lo cierto es que la forma de vivir un duelo no es proporcional al cómo se amó, siempre habrán distinciones y elementos trascendentales y propios de cada quién que hagan su proceso único.
Todo se supera, el tiempo de duelo también.
Existen factores que “amilanan” el duelo así como otros que lo pueden hacer menos llevadero. Pero, sea cual fuere nuestra situación, debemos ser conscientes de que nosotras aún seguimos aquí por alguna razón, y que podemos superar las tristezas de nuestro camino cualquiera que sea su índole: habrán unas que requieran de mayor tiempo, otras no tanto; pero todas tienen algo en común: son superables.
Lo importante es que reconozcamos que el duelo es un proceso, y por lo tanto, necesita de tiempo, ¡debemos darnos tiempo! Podemos seguir adelante y aprender de los golpes de la vida, pero primero debemos mimarnos mucho para no caer en extremos que agravarían nuestra situación: ensimismamiento, falta de higiene, uso de medicamentos sin prescripción médica, entre otros.
Aunque suene difícil de cumplir, lo que debemos hacer cuando atravesamos un proceso de duelo es cuidar de nosotras mismas: comer bien, respetarnos a nosotras mismas, hacer ejercicio (no en extremo), estar pendientes de nuestro cuidado personal, buscar la mejor y más sana manera de sentirnos bien con nosotras mismas.
El duelo lleva tiempo, ¡démonoslo! Ello no significa que al superar esta etapa vamos a romper los lazos que nos unían a aquello que tanto amábamos, lo que significa es que vamos a aprender a recordar sin dolor para poder seguir en la búsqueda de esos horizontes que tanto hemos soñado.
Todas hemos pasado por un duelo. Lo que es seguro es que sin pasar por esos duelos, no seríamos capaces de darle tanto valor y amor a lo que ahora tenemos.
¡Ánimo! Levanta tu cabeza y dale gracias a la vida por permitirte amar, tu dolor no es sino una muestra de que eso es lo que has hecho… Podemos superar todo nuestros duelos si nos lo permitimos: ¿te permites superar la situación que hoy agobia tu vida?

jueves, 8 de agosto de 2013

TODAS LAS MUJERES SON ÚNICAS Y DISTINTAS



En el Planeta Tierra, la inmensa isla donde vivimos, hay casi 7 billones de habitantes… y de estos, más del 50% somos mujeres (somos mayoría). ¡Y no hay 2 mujeres siquiera parecidas, menos aún iguales! ¡Dios nos ha hecho completamente distintas!

Un hombre me dijo: “Dios perfeccionó a su creación cuando hizo a la mujer, por esa razón la hizo hasta el final.”  Estoy convencida de que si todos los hombres pensaran de la manera en que lo hace este hombre, la vida de la mayoría de las mujeres sería también completamente distinta.

De millones, eres única y especial

Yo siempre digo un juego de palabras, que más que broma es realidad: “A la mujer no debes entenderla, debes atenderla.” Hombre, tú que tienes una mujer porque Nuestro Padre así lo quiere y tú lo has decidido, a ti Él te manda: “Vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.” (1 Pedro 3:7)

Siempre he creído que todos los hombres son distintos, también; no debemos etiquetar a todos los hombres como “iguales”.  Los hay regulares, buenos, muy buenos y excelentes. A las mujeres nos toca pedirle a Dios que ponga hombres excelentes en nuestro camino y tomar la mejor decisión siempre.

No todos los hombres nos tratan a las mujeres de manera igual, porque todas las mujeres somos muy distintas. El corazón de cada mujer palpita a un ritmo diferente, los ojos de cada una de nosotras tienen un brillo diferente, la sonrisa de cada una de nosotras tiene un sabor diferente, las acciones de cada una de nosotras tienen una fuerza diferente y las lágrimas de cada una de nosotras tienen un sentimiento diferente. Estas diferencias marcan las pautas del “manual de instrucciones” de cada una de nosotras.

“Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme al Señor, ésa será alabada”. (Proverbios 31:30) También en nuestra gracia y hermosura somos distintas; y en lo más importante de la vida, que es el temor a Dios; aún en eso pensamos, sentimos, actuamos y somos únicas y distintas.