viernes, 6 de febrero de 2009

GOZARSE EN EL SEÑOR




Siempre habrá una razón para gozarse

Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos: de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. Hechos 5: 41 ¿Has defraudado a Dios alguna vez? Seguramente todos hemos hecho quedar mal a Dios en algún momento de nuestra vida. Estremece pensar que lo hacemos con frecuencia. La forma más común de defraudar a Dios es vivir una vida carente de gozo. El gozo que los apóstoles Pedro y Juan mostraron después de ser juzgados y azotados en Jerusalén por el delito de predicar las buenas nuevas del evangelio tiene mucho que enseñarnos. También demuestra lo mucho que había cambiado el carácter de Pedro. Él había mostrado cobardía cuando Jesús fue arrestado, pero ahora, frente al concilio, no solo mostró un valor a toda prueba, sino que llegó al extremo de sentirse gozoso por el privilegio de sufrir por causa del nombre de Cristo.Una de las causas del gozo inigualable de Pedro era que reconocía que Jesús le había dado una segunda oportunidad después de haberlo negado. Se sentía transportado de gozo al pensar en lo que merecía y en lo que recibió. En vez de reproches, rechazo y castigo, recibió amor y nuevas posibilidades de servicio. Jesús no cambió nada su trato con él. Lo trató mejor de lo que antes lo había tratado, si esto era posible.Por esa misma razón no podemos nunca perder nuestro gozo. La negación de Pedro fue muy grande y muy grave; pero no sé cómo verá Dios las mías y las tuyas. A pesar de nuestra negación, Dios nos ha dado muchas nuevas oportunidades. Solo el hecho de ser perdonados muchas veces por la misma falta es motivo para que el cristiano siempre esté gozoso. Es necesario, sin embargo, hacer una aclaración para que nuestro gozo sea completo. Debemos regocijarnos siempre en la persona de Jesucristo. Nos regocijamos en él porque nuestro gozo reside en lo que Jesús ha hecho por nosotros.A veces violamos la ley de Dios, perdemos el dominio propio, sucumbimos a alguna tentación; en fin, nos damos tropezones en el camino. Luego buscamos a Dios, pedimos perdón, y él nos perdona. Es posible que, como Pedro y Juan, nosotros también suframos «afrenta por el Nombre» (Hech. 14: 5). En esa coyuntura nos alienta la exhortación de Pablo: «Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!» (Filip Siempre habrá una razón para gozarse
. 4:4).
Si sufres, sonríe y canta. Glorifica a Dios. Gózate, incluso en la tribulación. Es la mejor manera de caminar con Cristo. Mantener el gozo nos recordará el privilegio que tenemos de llevar el nombre de cristianos.

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