Mucha gente experimenta un sentimiento de vacío casi insoportable cuando está sola. La obsesión por estar todo el día haciendo cosas y la preocupación de tener siempre ocupados los espacios de nuestro tiempo libre, demuestran que nos cuesta estar solos.
Ante esto, conviene saber que aunque compartamos nuestras vidas con los demás, también es bueno estar solos de vez en cuando y disfrutar de ello como una experiencia positiva. La soledad no deseada es muy dolorosa, por ello hay que aprender no solo a combatirla, sino también a disfrutar de ella. La soledad es una sensación de aislamiento que nos lleva a una tristeza profunda.
A veces, tras la pérdida de seres queridos, un divorcio, la jubilación, etc. aparecen sentimientos muy profundos de desamparo que parece que nunca se van a superar, pero es bien sabido por todos que lo normal es que tras un periodo de duelo y con el tiempo desaparezcan. Se trata de evitar recrearnos amargamente en lo que hubiera podido ser y empezar a reconstruir la vida con optimismo, autonomía, libertad y responsabilidad. Otras veces pensamos que somos seres incompletos y que sólo a través del amor en pareja encontraremos la plenitud emocional. Buscamos en el otro aquello que no poseemos, las cualidades de las que carecemos y que creemos que completarán nuestra personalidad.
Esta búsqueda genera relaciones de dependencia, que nos impiden considerar que sólo a través de la confianza en nuestras capacidades y el respeto a uno mismo, podremos amar a otras personas de una forma natural y sana. Pero la soledad también se sufre, a veces, en compañía y aparece cuando se es consciente de la distancia que separa nuestra alma de la persona con la que convivimos. En este caso, el desamor y la tristeza que produce la incomunicación puede ser motivo de ruptura, pero para tomar esta decisión es necesario perder el miedo a la soledad y asumir la responsabilidad de reorganizar nuestra propia vida.
Nos sentimos más vivos cuando nos rodeamos de otras personas y contamos con su apoyo emocional. No hay plenitud sin la relación con los otros, y de ellos buscamos la aprobación, la cooperación, la amistad o el amor como antídotos contra una posible soledad. Unos hechos que también evidencian que se nos hace difícil entender cómo el disfrute de la soledad, en vez del rechazo hacia ella, es un reto que conlleva la satisfacción de conocernos mucho mejor.
La solución consiste en vivir la soledad como una experiencia positiva y equivale a estar satisfecho con uno mismo; a disfrutar de los momentos de nuestra única y exclusiva compañía y tratar de comprender con curiosidad y paciencia nuestro propio mundo interior, pues está lleno de sensaciones, miedos, esperanzas... que ni siquiera hemos empezado a descubrir.
Piense en todas esas actividades que le han gustado siempre, todos tenemos muchas actividades en reserva esperando a tener tiempo para poder realizarlas. Sin embargo, cuando llega el momento y podemos disfrutar de ese instante de soledad nos parece que no somos capaces de hacer nada solos.
No malgaste estos instantes sin hacer nada, pues en soledad pueden hacerse muchas cosas. Empiece a utilizar su mente de manera creativa, ocupándola en pensamientos estimulantes: escribir un diario, una carta, leer, meditar.
No se maltrate con pensamientos, sentimientos y actuaciones de autodesprecio.Descubra todo lo bueno que hay en usted y felicítese por ello las veces que sea necesario.
Ante esto, conviene saber que aunque compartamos nuestras vidas con los demás, también es bueno estar solos de vez en cuando y disfrutar de ello como una experiencia positiva. La soledad no deseada es muy dolorosa, por ello hay que aprender no solo a combatirla, sino también a disfrutar de ella. La soledad es una sensación de aislamiento que nos lleva a una tristeza profunda.
A veces, tras la pérdida de seres queridos, un divorcio, la jubilación, etc. aparecen sentimientos muy profundos de desamparo que parece que nunca se van a superar, pero es bien sabido por todos que lo normal es que tras un periodo de duelo y con el tiempo desaparezcan. Se trata de evitar recrearnos amargamente en lo que hubiera podido ser y empezar a reconstruir la vida con optimismo, autonomía, libertad y responsabilidad. Otras veces pensamos que somos seres incompletos y que sólo a través del amor en pareja encontraremos la plenitud emocional. Buscamos en el otro aquello que no poseemos, las cualidades de las que carecemos y que creemos que completarán nuestra personalidad.
Esta búsqueda genera relaciones de dependencia, que nos impiden considerar que sólo a través de la confianza en nuestras capacidades y el respeto a uno mismo, podremos amar a otras personas de una forma natural y sana. Pero la soledad también se sufre, a veces, en compañía y aparece cuando se es consciente de la distancia que separa nuestra alma de la persona con la que convivimos. En este caso, el desamor y la tristeza que produce la incomunicación puede ser motivo de ruptura, pero para tomar esta decisión es necesario perder el miedo a la soledad y asumir la responsabilidad de reorganizar nuestra propia vida.
Nos sentimos más vivos cuando nos rodeamos de otras personas y contamos con su apoyo emocional. No hay plenitud sin la relación con los otros, y de ellos buscamos la aprobación, la cooperación, la amistad o el amor como antídotos contra una posible soledad. Unos hechos que también evidencian que se nos hace difícil entender cómo el disfrute de la soledad, en vez del rechazo hacia ella, es un reto que conlleva la satisfacción de conocernos mucho mejor.
La solución consiste en vivir la soledad como una experiencia positiva y equivale a estar satisfecho con uno mismo; a disfrutar de los momentos de nuestra única y exclusiva compañía y tratar de comprender con curiosidad y paciencia nuestro propio mundo interior, pues está lleno de sensaciones, miedos, esperanzas... que ni siquiera hemos empezado a descubrir.
Piense en todas esas actividades que le han gustado siempre, todos tenemos muchas actividades en reserva esperando a tener tiempo para poder realizarlas. Sin embargo, cuando llega el momento y podemos disfrutar de ese instante de soledad nos parece que no somos capaces de hacer nada solos.
No malgaste estos instantes sin hacer nada, pues en soledad pueden hacerse muchas cosas. Empiece a utilizar su mente de manera creativa, ocupándola en pensamientos estimulantes: escribir un diario, una carta, leer, meditar.
No se maltrate con pensamientos, sentimientos y actuaciones de autodesprecio.Descubra todo lo bueno que hay en usted y felicítese por ello las veces que sea necesario.
1 comentario:
Hola Doris,, Dios te bendiga, sabes estuve chequeando algunos blogs de mi interes porque soy una Mujer Cristiana y me gusta leer articulos que me edifican en los cuales me inspiro para traer alguna ensenanza al grupo de Damas de la Iglesia a la cual pertenezco y a la verdad tu blog me ayuda mucho, tus pensamientos, he empezado a seguirte y creeme que Dios te esta usando mucho por este medio, mil gracias a DIOS por traer sobre tu vida un espirtu tan sencillo que hace hermosa a la mujer con tus escritos.. Que la GRACIA PODEROSA de nuestro DIOS siga derramandose sobre ti.
Recibe mis saludos,
Cynthia
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