viernes, 12 de febrero de 2010

La interpretación bíblica y el papel de la mujer ...




Históricamente la exégesis bíblica sobre el tema de las relaciones hombre-mujer ha sido exclusivamente jerárquica. Solamente a partir de la última generación un número importante de exégetas han mantenido que las Escrituras enseñan igualdad y sumisión mutua en vez de jerarquía entre los dos sexos.

¿Se debe considerar que el abandono de una interpretación tradicionalista significa al mismo tiempo un abandono de la autoridad bíblica? Muchos evangélicos temen llegar a conclusiones diferentes de las que durante siglos se han mantenido, pensando que de alguna forma se está atentando contra la autoridad de las Escrituras.

Sin embargo, si estudiamos la historia de la exégesis, observamos que el abandono de la interpretación tradicional no siembre significó el abandono de la autoridad bíblica. Es el caso, por ejemplo, de la Reforma del siglo XVI y del movimiento abolicionista del siglo XIX.

En el caso concreto de la mujer, durante siglos se defendió que su status subordinado se basaba en su naturaleza inferior. Hoy día, los que defienden dicha subordinación la basan en el concepto de "igualdad esencial y diferenciación funcional", sin que por ello piensen que están atentando contra los supuestos hermenéuticos que usaban quienes defendían la inferioridad de la mujer estaban equivocados.

Así por ejemplo, Agustín de Hipona pensaba que la mujer sola por sí misma, no es la imagen de Dios. Para Tomás de Aquino, está de forma natural sujeta al hombre, porque en el hombre predomina la razón. Este concepto sobre la mujer no cambió con la llegada de la Reforma. Tanto Lutero como Calvino pensaban que la mujer era inferior al hombre. En palabras de éste último "las mujeres por naturaleza (esto es, por la ley natural de Dios) nacen para obedecer, porque todos los hombres sabios siempre han rechazado el gobierno de las mujeres, como monstruosidad contranatura".

Todos ellos estaban convencidos de que sus puntos de vista descansaban en bases bíblicas, sin darse cuenta de que sus propios horizontes culturales les habían conducido realmente a una exégesis errónea. La tradición, por tanto, no siempre nos deja los mejores ejemplos de exégesis.

Por otra parte, se puede pensar que actualmente también estamos influenciados por nuestro horizonte cultural, y por tanto, tener recelos ante los cambios que se están produciendo en la exégesis de los textos referentes a la relación hombre-mujer. Sin embargo, aunque eso es algo de lo que nadie está exento, también es posible que el horizonte cultural presente esté corrigiendo una interpretación errónea del pasado, debido a que dicho horizonte cultural se basaba en supuestos falsos. Por otra parte, a lo largo de la historia se han levantado voces a favor de la igualdad y la sumisión mutua en las relaciones hombre-mujer, en momentos en los que mantener dichas posturas era contrario a la posición que prevalecía en la sociedad (Katherine Zell, George Fox, Margaret Fell, William y Catherine Booth, Katherine C. Bushnell, etc.).

En realidad, hoy disponemos de unos conocimientos lingüísticos e históricos que nos ayudan a hacer una exégesis más exacta del texto bíblico, puesto que la exégesis no sólo depende del horizonte cultural del exégeta sino también del conocimiento que se tenga del horizonte cultural del propio texto. Por otra parte, es un error recurrir sólo a ciertos versículos a través de los cuales interpretar el resto de la Palabra, como se hace con frecuencia, en vez de recurrir a toda la información que corporativamente nos ofrecen las Escrituras. En muchos casos, los demás textos han sido desfigurados porque desde el primer momento se han examinado a través del prisma dogmático, forzándolos a decir solamente lo requerido por una determinada tradición teológica.

Una vez hechos estas reflexiones previas, pasemos al análisis de algunas de las interpretaciones que tradicionalmente se han usado para limitar el liderazgo de la mujer en la iglesia.

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