martes, 13 de abril de 2010

LA MUJER MAS HERMOSA DEL MUNDO




Las mujeres más hermosas del mundo no son las que desfilan en trajes de baño y vestidos de noche delante de jueces y de cámaras de televisión. Las verdaderas finalistas y las ganadoras son aquellas que tienen el brillo interno de la sabiduría, gracia y perdón.

Pero esta verdad es la que menos esta de moda, cuando hablamos sobre la belleza puede aparecer en nuestras mentes una de estas modelos de cerveza o una miss universo, entonces si ellas son perfectas ¿tendremos que conformarnos, nosotras mujeres normales a ser sólo un grupo de admiradoras pero sin coronas de reinas de belleza?

Al preparar esta meditación me puse en el lugar de las oyentes, las vi sentadas listas a tirar tomates si me escuchaban que empezaría a hablar sobre la belleza espiritual, Me imaginé que lo que querrían escuchar es como llegar a ser la mujer 10, perfecta en medida y talento. Lo espiritual esta bien para las cucufatas que están listas a sacrificar su apariencia y vivir cual religiosas en castidad, con la cara lavada, muy modestas y llenas de pudor.

Entonces, como no quise ser escarnecida busque en la Palabra de Dios, modelos de perfección. Clasificación de la belleza como la ve Dios. Claro que aparte de lo que ya la mayoría ha oído antes, sobre la mujer virtuosa y todo lo demás: busqué sobre la belleza física y encontré un detallado cuadro de una mujer físicamente hermosa, el autor nos relata minuciosamente cada parte de su cuerpo y nos da una descripción poética para que sintamos lo que él vivió cuando la contempló.

Hagamos un ejercicio y al escuchar cada virtud, imaginariamente ponte una corona si posees algunas de sus cualidades.

La Bella Sulamita

El Señor es creador de la mujer y como autor debemos consultarle cuál es su concepto de la belleza física.

La sulamita será nuestro modelo, la hermosa novia era una pastora de ovejas de profesión, mujer trabajadora y llena de virtudes (de las cuales nos ocuparemos en un momento), más también poseedora de una belleza sin par.

· Sus ojos tras el velo, son como dos palomas, semejantes a la superficie de un manantial, chispeantes y llenos de alegría. Esta feliz y sus ojos lo denotan, no hay ojeras ni cansancio, las arrugas existen, pero son la marca de su valor y sabiduría, son como palomas porque ellas simbolizan la paz.

· Sus cabellos son como los rebaños de las cabras, negros y ondulados. Ella es pastora, esta expuesta al clima caliente del desierto, a la arena y los vientos recios, pero al caminar sigue siendo su cabello una poesía, ondulado se mueve y provoca ser admirado.

· Sus dientes, blancos y humedecidos, no le faltan ninguno de ellos. NO hay dentífrico ni enjuague que lo purifique, sólo el agua que Dios le da cada día.

· Sus labios de roja escarlata (usaba maquillaje como las mujeres de Egipto). No deja de ser delicada e interesante, ¡es que es mujer!!!

· Sus mejillas redondas y sonrojadas. Fruto de una buena alimentación.

· Su cuello largo como torre de marfil (blanco) y adornado con piedras preciosas. Levanta su cabeza y el cuello se deja ver, no esta cabizbaja ni humillada.

· Sus pechos cual cervatillos en pleno desarrollo, llenos de vigor juvenil y perfumados con fragante olor de azucenas. Tira su espalda hacia atrás y no esconde atemorizada la perfección de su belleza.

· Sus pies, limpios y hermosos en sus sandalias. Limpios porque anda y escoge andar cada día por el camino correcto.

· Las curvas de su cadera como alhajas labradas por un hábil artesano. Formada de una manera diferente a la del hombre, pero perfecta para cumplir el propósito divino.

· Su ombligo es una copa redonda rebosante de buen vino y su vientre es como monte de trigo rodeado de jazmines (no esta desnutrida). Lista para ser madre, pronto tendrá vida en su vientre.

· Su nariz se asemeja a la torre del Líbano, fuerte y grande. Otra vez, es perfecta hechura de Dios.

· Su porte cual tallo de palmera, majestuoso y sus pechos cual racimos deleitosos. Talle de Reina, quizá no tenga las medidas exactas y perfectas, pero su porte indica que merece la corona y el cetro.

· Esta es la mujer que parece merecer la corona de reina de belleza, pero el autor del libro de Cantares, también es el autor del Libro de Proverbios y entonces añade una frase más, completando así la parte más importante en su descripción.

“La sabiduría es lo primero, ¡Adquiere sabiduría! Por sobre todas las cosas, adquiere sensatez, abrázala y ella te dará dignidad, te pondrá en la cabeza una hermosa diadema; te obsequiará una bella corona. Serás una Reina resplandeciente.

“Engañosos son el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al Señor es digna de alabanza”

Quizá te identificaste con algunos rasgos de la Sulamita, Quien sabe, hasta te sientes en algunos rasgos superior, pero ahora, para completar esta descripción de la belleza, debes volver a hacerte otra evaluación y ver si encajas tanto en belleza física como espiritual.

La belleza espiritual

No hay belleza física que se pueda comparar con la dignidad espiritual y el atractivo de una mujer llena de sabiduría y paz.

La Sulamita tenía amor, un corazón lleno de paz, sus emociones cargadas de una inmensa alegría y una mente prudente y con temor a Dios; todas estas cualidades unidas provocaban un brillo propio logrando reflejar la perfecta armonía de la belleza de la mujer, tanto física como espiritual, digna de coronas y honor.

“Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Esta si que tiene mucho valor delante de Dios.” I Pedro 3:3-4.

· Para ser bella hay que comenzar la operación desde dentro del alma “El corazón alegre se refleja en el rostro, el corazón dolido deprime el espíritu” Proverbios 14: 33 (Historia de Rocío) Conocí a una hermosa jovencita...Gran parte de las damas de esta noche somos como Rocío, llegamos llevando a cuestas un gran cargamento de deslices y penas, hasta que nos sometimos a la operación de Dios, y él nos cambio nuestra tristeza en alegría.

· Sacar la amargura, echar fuera todo rencor. “El que va tras la justicia y el amor halla la vida, prosperidad y honra” Prov. 21:21. Ya le confesaste al Señor tus faltas, pero ahora te toca perdonar a los que te hicieron daño, quieres vivir amar la vida y vivirla en plenitud, sólo es posible si decides amar la vida tomada de la mano del Señor. La segunda operación ha sido más difícil pero los cambios son notorios, se nota el cambio y la belleza interior empieza a surgir.

· No volver a caer en la baja autoestima, la culpa o el castigo propio, esto te condena y anula, tener un espíritu suave y apacible es una persona serena porque su confianza y su seguridad están en la paz que refleja al sentir que Dios lo ha perdonado. No hay más condenación para las hijas de Dios. “En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona” Prov. 27:19.

· Es una persona con dignidad porque su valor y juicio se hallan en algo más allá de lo superficial. “El altivo será humillado, pero el humilde será enaltecido” Prov. 29:23.

Conclusión

La que merece la corona, la mujer más bella del mundo, reflejará una clase de belleza interior que hace mucho más que llamar la atención a sí misma. Es una belleza que es mucho más importante que cualquier cosa trivial.

La verdadera belleza de la mujer no es corruptible, porque no depende de lo físico, sino que es la belleza de una forma de ser que reúne la quietud, la humildad, la ternura y la serenidad.

“El corazón tranquilo, da vida al cuerpo, pero la envidia carcome los huesos” Proverbios 14:30

Puedes intentar cubrir todo tu cuerpo de una hermosura aparente, pero si por dentro no le has entregado al Señor tus afanes, prejuicios, rencores, te seguirás desgastando más rápido de lo normal, Sólo Dios puede sanar un corazón herido, sólo Dios puede embellecerte por dentro.

Las mujeres del mundo son alabadas por su belleza física, por su vivacidad y por su audacia. Pero las mujeres de Dios tienen un molde distinto. La belleza física de una mujer es temporal, y su deterioro le producirá amargura.

En cambio, el adorno de un espíritu manso, dulce y sereno no es una moneda perecible, no se gastará por el uso ni está sujeta a los valores del mercado. No deja marcas en el alma, ni heridas en quienes la rodean. Esta es la verdadera belleza, la belleza que es de grande estima delante de Dios.

“Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al Señor es digna de alabanza”

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