Amar, instruir y disciplinar, tres acciones fundamentales que interactúan constantemente en una educación responsable y de acuerdo a los principios que Dios ha establecido de los padres para con sus hijos siendo nuestro Padre el mejor ejemplo de cómo educar a un hijo.
Hebreos 12:5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; 12:6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. 12:7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? 12:8 Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.
Aquí nuestro Dios como padre nos exhorta, nos instruye como a hijos que ama y nos disciplina.
Cuando eres disciplinado por tu padre, es una confirmación de que eres hijo y de que eres amado y que tu padre se interesa y se preocupa por tu formación integral.
INSTRUIR
Proverbios 22:6 “Enseña al niño el camino en que debe andar, y aún cuando sea viejo no se apartará de él.”
¿Cuál es ese camino? El camino del bien y no del mal, de vida y no de muerte, de salvación y no de perdición, camino de integridad, de amor y misericordia. Leemos en 1Reyes 2:1 que cuando “llegaron los días en que David había de morir, ordenó a Salomón su hijo, diciendo: 2:2 Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre. 2:3 Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas;
La instrucción es integral, y comienza como todo en el Señor, de lo pequeño a lo grande. De las cosas pequeñas para llegar a las grandes. Además de aprender a amar a Dios, de enseñarle cánticos, sus primeras historias bíblicas, mandamientos básicos como no mentir y el respeto a la propiedad ajena, necesita aprender a través de lo que es su entorno actual el concepto de autoridad y obediencia. Es necesario que primero vaya reconociendo quienes son sus autoridades que ve, para que pueda obedecer a las que no ve. Recuerda que si tiene una imagen correcta de su padre terrenal al cual respeta y obedece, pero también confía en el, entenderá más fácilmente y confiará en su Padre celestial. La enseñanza de buenos hábitos y costumbres, así como darle algunas pequeñas tareas dentro de la casa con su respectiva instrucción, ayudará a tanto a la obediencia como a crear hábitos de trabajo y responsabilidad. No debemos subvalorarlos y pensar que son muy pequeños, siempre encontraremos algo adecuado a su edad para despertar ese espíritu de servicio, trabajo y responsabilidad.
La mayoría de las enseñanzas incluyen el establecimiento de normas o reglas a cumplir, las cuales deben ser establecidas cuidadosamente, deben ser legítimas y sostenibles, deben tener sentido, y deben hacerse cumplir. También debe haber un equilibrio en el cual no haya un exceso de reglas arbitrarias establecidas por conveniencia o capricho de los padres y no para beneficio de los hijos, o por el contrario, un hogar sin reglas en donde el niño no tiene límites, crea una sensación de inseguridad y libertinaje.
DISCIPLINAR
Proverbios 13:24 “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.”
La mayoría de padres cristianos sabemos que la disciplina es parte de la educación y formación integral de nuestros hijos y que Dios nos responsabiliza por la misma, no obstante no todos los hijos ni todas las faltas cometidas requieren el mismo tipo de disciplina. La diferencia entre castigo y disciplina, es que el castigo se aplica al acto de desobediencia que pasó, es una forma de pagar la falta disciplina se aplica en función del futuro con el propósito de controlar la repetición de las mismas acciones en el futuro. La disciplina no es anular el carácter de su hijo sino formarlo y encauzarlo dentro de los principios de Dios. Hebreos 12:11 “Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella.”
Disciplinar tampoco es formar juicio contra nuestros hijos diciéndoles lo que son sino confrontándolos con lo que han hecho; si el está mintiendo y le decimos “eres un mentiroso” lo estamos juzgando y atacando directamente a él en, en cambio si le decimos, “lo que tu dices no es verdad”, lo estamos confrontando pero le estamos dando la oportunidad de rectificar o reconocer su error. Evitemos palabras que puedan herir o marcar su vida o afectar su autoestima como “eres un tonto” inútil” “no me sirves de nada” ..etc. palabras que minimizan, insultan y humillan que definitivamente contristan al Espíritu Santo y producen daños permanentes en el alma de nuestros hijos. Efesios 4:29 “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.” “Proverbios 19:18 “ Corrige a tu hijo mientras hay esperanza, pero no desee tu alma causarle la muerte.”
Es importante ser firmes y aplicar la disciplina cuando se ha quebrantado una norma previamente establecida y se ha dado la instrucción correcta. Es importante evitar las continuas amenazas como: “si sigues haciendo eso te voy a corregir”, pero esa corrección nunca llega. Cuando no somos firmes en cumplir lo que hemos establecido, lo único que logramos es indiferencia, falta de respeto e inseguridad en nuestros hijos. Los niños y los jóvenes necesitan saber que tienen límites ya que eso aunque no sea nuestra primera impresión, les da seguridad de que se les ama y que nos interesa lo que hagan con su vida. Proverbios 22:15 “La necedad es parte del corazón juvenil, pero la vara de la disciplina la corrige”
No tengas recelo o temor de aplicar disciplina por el medio designado por Dios. El ha dado lineamientos claros para que podamos cumplir los propósitos y los planes que tiene para nuestros hijos. Proverbios 23:13 “No escatimes la disciplina del niño; aunque lo castigues con vara, no morirá”. 23:14 “Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol” 23:15 “Hijo mío, si tu corazón es sabio, mi corazón también se me alegrará;” 23:16 “ y se regocijarán mis entrañas cuando tus labios hablen lo que es recto.” 29:17 “Corrige a tu hijo y te dará descanso, y dará alegría a tu alma.”
AMAR
Como padres tenemos muchas maneras de demostrar el amor y hacer sentir amados a nuestros hijos. El amor en todas sus expresiones es tan necesario como la disciplina y la instrucción. Es más, es el ingrediente que las amalgama. La corrección hecha con amor, y la instrucción con amor y paciencia siempre darán un buen resultado.
Proverbios 23:12 nos dice: “Aplica tu corazón a la instrucción y tus oídos a las palabras del conocimiento.”
El amor además de abrazos y besos, también se traduce en otros dos ingredientes importantísimos que son el tiempo y la buena comunicación. No podemos instruir, disciplinar ni expresar nuestro amor, sino invertimos tiempo en ello y establecemos una buena comunicación. Tiempo para abrazar, tiempo para compartir, tiempo para jugar, no dependiendo del estado de ánimo, sino como algo que se anhela y desea naturalmente.
Todos como padres anhelamos hacer un buen trabajo respecto a la responsabilidad que Dios nos ha dado en cuanto a la formación de nuestros hijos y también sabemos que solo tenemos una oportunidad para hacerlo, así que busquemos ser un buen ejemplo siendo mejores cristianos, viviendo lo que predicamos, enseñamos y exigimos; amémoslos, enseñémosles, disciplinemos, dediquémosles el tiempo para escucharlos y compartir con ellos de tal manera que podamos ver como realmente están caminando en el camino que debían andar y no se han apartado de el.
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