miércoles, 10 de diciembre de 2008

TÚ ME HAS SOSTENIDO





Está mi alma apegada a ti, tu diestra me ha sostenido. Salmo 63:8.
Visitábamos a Ana, quien se recuperaba de su segunda serie de sesiones de quimioterapia. De su cabello ya no quedaba ni rastro, y las secuelas del tratamiento se veían claramente en su cuerpo. Sin embargo, no pude ver esas secuelas en su sonrisa, ni en su voz y aún menos en su espíritu.
Al salir de allí esa noche, sentía vergüenza de decirle a Dios que estaba triste o que me faltaba algo, pues, al recordar todo lo que Ana compartió con nosotros, fui consciente de lo egoísta y vacía que soy cuando miro solamente lo que ocurre y no lo que hay detrás de los hechos.
El 31 de diciembre Ana había dado públicamente testimonio de gratitud a Dios por su amor y por su cuidado, a la vez que manifestaba su preocupación por no estar haciendo casi nada por la causa del Señor. Ella expresó también que estaba orando por eso. A mediados de enero recibió el diagnóstico sobre su salud, el cual enfrentó con valentía y con la fuerza que solo da el poder de Dios.
Todo empezó a suceder para honrar y glorificar el nombre de Dios. El dinero necesario llegó como caído del cielo. Los médicos mostraron gran interés y acierto en cada decisión. Cada examen y estudio se realizaron sin tener que esperar un turno de dos meses o más, como suele suceder. A ella la atendieron inmediatamente.
Cuando le hicieron un estudio después de la primera aplicación del tratamiento, el médico casi no lo podía creer. ¡Todo estaba mucho mejor! Pero Ana ya sabía de antemano que esto sucedería.
Lo mejor vino después. Su casa empezó a llenarse de personas a quienes ella empezó a llenar del amor de Dios a través de su experiencia. Un sábado su casa se convirtió en una iglesia. Muchas personas que no conocían al Señor pudieron oír de él, y salieron de la casa de Ana llenas del Espíritu de Dios.
“¿Qué mas puedo pedir?” –decía Ana. No he tenido que ir a predicar. Dios me ha traído a muchísimas personas y así ha podido cumplir su propósito en mi”. Ahora entendía para qué ocurrió lo que ocurrió.
Ana sabe que va a ser sanada. Ya esta siendo sanada. Solo espera el día en que pueda contarlo al mundo entero y poder dar honra al Dios Creador y Sustentador.
Dios te bendiga,

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