¿Qué harías si supieras que tienes solamente 30 días para vivir? ¿De qué manera cambiaría tu perspectiva? ¿Qué cosas dejarías de hacer y qué cosas empezarías a hacer? Todas las respuestas que podamos dar probablemente se colocarán dentro de cualquiera de las siguientes cuatro categorías: nuestras pasiones, nuestras relaciones, nuestro propósito o nuestro legado.
¿Qué es pasión? Es un deseo intenso o entusiasmo por algo. Es tu corazón, tu motivación interna y un sueño que te atrapa como nada más. En la Biblia, a la pasión también se le llama celo (Rom. 12:11) o entusiasmo (Ef. 6:7). La pasión en nosotros cambia a lo largo de nuestra vida. En determinado momento de la vida podemos tener pasión por los deportes o por los estudios. Más tarde, esa pasión se tiene por los hijos o por la obra de Dios.
Es necesario que nuestra vida esté llena de pasión porque ella nos conecta con nuestro propósito; es decir, con el “por qué” estamos vivos. Jesús nunca perdió de vista su propósito (Luc. 9:51). Debemos dejar que nuestra pasión queme fuerte para mantenernos conectados con nuestro propósito en la vida. Aunque todos tenemos papeles únicos, todos compartimos el propósito común de adelantar el reino de Dios.
Además, la pasión nos ayuda a conectarnos con la gente; la mejor manera para mantener la pasión viva es resolver los conflictos con los demás rápidamente y asociarnos con personas apasionadas. No somos una isla, vivimos junto con otros y tenemos que aprender a cultivar relaciones con ellos. El conflicto que no se resuelve destruye la pasión; en cambio, la reconciliación y el perdón la encienden.
Por último, la pasión también nos conecta al perdón; la culpa y la pasión no pueden coexistir. Cuando pecamos o gallamos en nuestros esfuerzos, tenemos que levantarnos, recibir perdón e intentarlo otra vez. La culpa que no se resuelve destruye la pasión. Si solamente tuvieras 30 días para vivir, ¿qué harías diferente en esa área de tu vida?
¿Conoces tu propósito en la vida? ¿Cómo podrías descubrirlo? ¿Cuál es la cosa por la cual tienes más pasión? ¿De qué manera esa pasión ha afectado tu vida?
¿Qué es pasión? Es un deseo intenso o entusiasmo por algo. Es tu corazón, tu motivación interna y un sueño que te atrapa como nada más. En la Biblia, a la pasión también se le llama celo (Rom. 12:11) o entusiasmo (Ef. 6:7). La pasión en nosotros cambia a lo largo de nuestra vida. En determinado momento de la vida podemos tener pasión por los deportes o por los estudios. Más tarde, esa pasión se tiene por los hijos o por la obra de Dios.
Es necesario que nuestra vida esté llena de pasión porque ella nos conecta con nuestro propósito; es decir, con el “por qué” estamos vivos. Jesús nunca perdió de vista su propósito (Luc. 9:51). Debemos dejar que nuestra pasión queme fuerte para mantenernos conectados con nuestro propósito en la vida. Aunque todos tenemos papeles únicos, todos compartimos el propósito común de adelantar el reino de Dios.
Además, la pasión nos ayuda a conectarnos con la gente; la mejor manera para mantener la pasión viva es resolver los conflictos con los demás rápidamente y asociarnos con personas apasionadas. No somos una isla, vivimos junto con otros y tenemos que aprender a cultivar relaciones con ellos. El conflicto que no se resuelve destruye la pasión; en cambio, la reconciliación y el perdón la encienden.
Por último, la pasión también nos conecta al perdón; la culpa y la pasión no pueden coexistir. Cuando pecamos o gallamos en nuestros esfuerzos, tenemos que levantarnos, recibir perdón e intentarlo otra vez. La culpa que no se resuelve destruye la pasión. Si solamente tuvieras 30 días para vivir, ¿qué harías diferente en esa área de tu vida?
¿Conoces tu propósito en la vida? ¿Cómo podrías descubrirlo? ¿Cuál es la cosa por la cual tienes más pasión? ¿De qué manera esa pasión ha afectado tu vida?
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