jueves, 20 de mayo de 2010

DE LA MUERTE A LA VIDA




La vida me ha dado muchos golpes,
pero siempre he sabido naufragar en las turbulentas aguas.
¡Ahora es diferente!

Siento como si el mundo entero estuviera sobre mis hombros.
¡Esta cruz es muy pesada!
Tengo llagas en el alma y siento morir lentamente.
Fuí buscando una mano amiga.
Todos me dieron la espalda.
Hasta mi madre me dio la espalda.
Sentí como Maria, una espada traspasar mi corazon.
Multitudes habían por toda la calle y ahí me encontraba.
Eso no me consolaba.

Me quería morir.
Me encontré al final del camino.
Encontré un fiel amigo, el alcohol.
Sentía alivio porque no me permitía pensar
en lo mal que estaba mi vida.
Todos los días bebía mas.
¡Perdí todo!
Vivía de las migajas que me daban la gente.

Empezé a robar para mantener mi vicio.
¡No me importaba nada!
A donde me cogía la noche ahí reposaba.
No tenía a donde asiarme.
¡Ya empezaba olor mal!
Cuando caminaba por las calles,
la gente murmuraban y se reían de mí.
Eso me sumergía mas.

¡Cai enfermo! Sabia que iba a morir.
Llagas empezaron a salir por todo mi cuerpo
pero no se podían comparar con las que tenía en mi interior.
¡Estaba bien solo!
Mi amigo no podía visitarme porque mi sistema no lo toleraba.
Por casualidad o por obra divina entro un hombre a mi habitación.
Era un sacerdote de una iglesia cercana.
Usualmente, venía a visitar a un miembro de su parroquia.

Ese día comenzó nuestra amistad.
¡Me habló de Jesús!
Ese mismo Jesús que permitió que callera
hasta sumergirme en el vacio.
El mismo Jesús a quien servía.
¡Le reclamé!
El siempre me escuchaba.
Nunca me reprochó nada.

Lentamente fuí callendo en Sus redes de amor.
¡Me sedujo y me deje seducir!
Sentía que resucitaba de las redes de la muerte.
Mi corazón llagado empezó a cicatrizar.
Lo mas dificil era perdonar a mi madre
y a las personas que decían llamarse mis amigos.
El poder sanador de Jesús lo hizo posible.
¡Ahora estoy libre de las cadenas que me ataban!
¡Nuevamente, comienzo a vivir!

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