viernes, 20 de febrero de 2015

LAS MARAVILLAS DE DIOS EN LA LLUVIA


“Ciertamente yo buscaría a Dios…el cual hace cosas grandes e inescrutables y maravillas sin número. Que da la lluvia sobre la faz de la tierra, y envía las aguas sobre los campos” Job 5:8-10

Si usted le dice a alguien: “Mi Dios hace cosas grandes e incomprensibles; hace maravillas innumerables,” y esa persona le responde, “¿En verdad? ¿Como qué?” ¿Le respondería usted, “como la lluvia”? ¿Es la lluvia una maravilla grande e incomprensible? Imagine que usted es un granjero en el Medio Oriente lejos del mar o de cualquier lago o río. Unos pozos son los que suplen a su familia y sus animales con agua.

Pero para que las cosechas crezcan y la familia sea alimentada mes a mes, el agua tiene que venir de otra fuente aparte de los campos. ¿De
 dónde?

Bueno, del cielo. ¿Pero, puede venir agua del cielo? No exactamente. El agua tiene que ser transportada en el cielo desde el mar
 mediterráneo por varias cientos de millas y entonces ser derramada sobre los campos.

¿Transportada? ¿Y cuánto pesa? Bueno, si cae una pulgada de lluvia sobre una milla cuadrada de tierra durante la noche, eso seria 27,878,400 pies cúbicos de agua que equivale a 206,300,160 galones, lo cuales pesan 1,650,501,280 libras de agua. ¡Eso es pesado!

Pero ¿Cómo logra subir toda esa agua al cielo y mantenerse allí si es tan pesada? Bueno, lo hace por medio de la evaporación. ¿En verdad?

Esa es una palabra bonita. ¿Qué significa? Significa que el agua deja de ser agua por un tiempo para poder subir y no caer. Ya. Pero entonces ¿Cómo es que después cae? Pues se condensa. ¿Y qué es eso? Es cuando el agua evaporada se hace agua de nuevo uniéndose en pequeñas partículas de entre diez milésimas y una milésima de centímetro de ancho. Eso es pequeño.

¿Y qué acerca de la sal? El agua del mar mediterráneo es salada y eso mataría las cosechas. ¿Qué pasa con la sal? Bueno, tiene que salir. Ah, ¿entonces el cielo levanta un billón de libras de agua evaporada del mar, le saca la sal, la transporta por trescientas millas y
 luego la arroja (convertida en agua nuevamente) sobre mi granja?

Bueno, no la arroja. Si arrojara un billón de libras de agua sobre la granja, aplastaría el trigo.

Así que el cielo salpica ese billón de libras de agua en forma de pequeñas gotas, las cuales tienen que ser suficientemente grandes para caer más o menos de la altura de una milla sin evaporarse, y suficientemente pequeñas para no aplastar la cosecha de trigo.

¿Y como estas microscópicas partículas de agua que unidas pesan un billón de libras se convierten en gotas suficientemente pesadas
 para caer? Por medio de la coalescencia. ¿Que es eso? Significa que las partículas de agua comienzan a chocarse unas con otras y se juntan, y cuando ya están suficientemente grandes comienzan a caer. ¿Solo así? No exactamente.

Porque si no hubiera un campo eléctrico presente, ellas se quedarían rebotando una con otra en lugar de unirse para convertirse en gotas.
 ¿Cómo es que un campo eléctrico? No importa. Le aseguro que así es.

Creo que yo también voy simplemente a recibir las palabras de Job. No puedo entender como es que las gotas logran llegar al suelo porque si comienzan a caer tan pronto son más pesadas que el aire, ellas serian demasiado pequeñas para no evaporarse al caer. Pero si esperan más tiempo antes de caer, ¿Qué es lo que las hace no evaporarse? Si, estoy seguro que hay algún nombre para eso también.

Pero me siento satisfecha por ahora de que, cual sea el nombre que se le de, esta es una grande e inescrutable cosa que Dios ha hecho. Creo que yo debería estar agradecida—mucho más agradecido de lo que ahora estoy.

miércoles, 4 de febrero de 2015

ALEGRE SU ROSTRO CON UNA SONRISA



Luego los efectos de luz. Combinar colores y lograr claroscuros que hicieran notar desde dónde venía la claridad.
El retrato iba tomando forma. Después de varios meses y de intensas jornadas diurnas y nocturnas al amparo de una Italia acogedora e idílica, la pintura estaba lista. La Mona Lisa, de Leonardo Da Vinci se convirtió en uno de los patrimonios artísticos de la humanidad.

Esta obra de arte se concluyó en 1503 y guardó para la posteridad la efigie de una mujer joven, aristócrata, de treinta años aproximadamente. Sobre su árbol genealógico se han tejido muchas versiones, pero ninguna se ha comprobado plenamente. La pintura está en el Museo de Chantilly, en Francia.

En este cuadro hay algo que llama la atención. Por siglos ha dividido las opiniones de los expertos. Radica en la certeza de si la mujer luce sonriendo o con indiferencia. Hay quienes afirman que, dependiendo del lugar en que usted se ubique, podrá verla esbozando una expresión de alegría. En cambio, si la mira de frente, no encontrará rasgos diferentes a los de alguien que mira detenidamente al pintor.

De la Mona Lisa podrán decir mucho, pero jamás que en efecto aparece sonriendo en el retrato... Una sonrisa no cuesta nada. Pero puede hacer mucho. Derriba muros de intolerancia, abre puertas y revela una personalidad atrayente. La sonrisa y la alegría se contagian. Igual que el mal humor y el pesimismo. Todo depende de la actitud que asumamos frente a la vida. También de nuestra decisión de impactar a los demás con optimismo o tristeza.

La Biblia dice: ”El corazón alegre se refleja en el rostro, el corazón dolido deprime el espíritu.”(Proverbios 15:13. Nueva Versión Internacional).

Un buen principio de vida cristiana práctica para asumir desde hoy, es sonreír. Representamos la generación de los vencedores en Jesucristo, por eso no tiene sentido que mostremos un rostro apesadumbrado que no acompasa con nuestra vocación de fe, esperanza y entusiasmo.

¡Sonría, es su forma de contribuir a la transformación del mundo!